Dejan pudrir la comida en un país con hambre: Tercer fallo de la Justicia y los alimentos de los barrios siguen secuestrados

Por Editorial Sudestada

El Ministerio de Capital Humano -una especie de paraíso fiscal del Estado- continúa con la ejecución de mantener secuestrados los alimentos en un país con hambre, pobreza extrema y los barrios a la deriva sin asistencia estatal.

La Cámara Federal resolvió mantener la cautelar que obliga a Pettovello a repartir los alimentos, pero la Ministra no libera una sola caja. Desde el 10 de diciembre a los comedores no llegan alimentos. Primero argumentaron que no los tenían, luego la “denuncia” de que la gente se los robaba -sin un solo nombre ni investigación seria- pero con el titular en la agenda mediática de “comedores fantasmas”. Cuando la Justicia se les venía encima sostuvieron que dicha mercadería era para “emergencias” o “catástrofes”, cuando a Bahía o a Concordia no enviaron ni un paquete de harina. Luego, ya con la orden de repartir los alimentos, dijeron que los iba a distribuir el ejército y que una parte iría a la Fundación Conin, manejada por Albino, pediatra macrista, reconocido por afirmar que el VIH puede atravesar la porcelana. Y también a “escuelas vulnerables”. Pero nadie sabe cuáles son esas instituciones ni el sistema de distribución. Claramente, los millones de kilos de comida vencida y por vencerse, siguen secuestrados.

En una economía devastada. Con más de la mitad de la gente bajo la línea de la pobreza, con desocupación en aumento, salarios devaluados, el consumo en caída permanente pero con suba de precios día a día. Con 7 de cada 10 pibes que con suerte comen una sola vez al día. Con muertos por el frío. Con la emergencia social y alimentaria; la comida sigue secuestrada. Lo que denota -sin lugar a dudas- la perversión de este séquito. El desprecio hacia los sectores vulnerables. El plan de empobrecimiento masivo y de miseria planificada.

Para ser más claros todavía: Están dejando pudrir la comida con tal que ni una sola caja llegue a los barrios. Ni los peores gobiernos de la historia se animaron a tanto.

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