La dignidad de Coty

Por Editorial Sudestada

Todo preparado para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos París 2024, y ahí apareció Milei, el presidente que se cree un mesías de la ultraderecha reaccionaria mundial, pero no recorre el territorio argentino a excepción de “fiestas” armadas, de eventos con vallas en los alrededores, y circo macrista-radical. Y Coty que saluda al presidente con la mirada baja, la cara que denota la incomodidad que esa acción le genera, y el descargo posterior: lavarse las manos con cara feliz y la libertad de no ser funcional al plan de empobrecimiento masivo, y de la destrucción -entre tanto- del deporte inclusivo, de los clubes de barrio y las Sociedades de Fomento.

“A título personal”, tuvo que aclarar la deportista, a pedir disculpas, ante el ataque en las redes sociales y las presiones de quienes son más papistas que el Papa, y que en vez de preguntar por qué Constanza Garrone tuvo esa reacción -sabiendo que la respuesta abre un mundo mucho mayor y que desnuda la misma realidad- intentan frenar el rechazo al presidente que solo gobierna para la casta más rancia, el 1% del país -de riquezas desproporcionadas- y que todo lo que se denomine pueblo recibe un ataque tras otro.

La dignidad de Coty es mostrar quien sí defiende a la bandera argentina. Luego, el no mirar a los ojos, con todo lo que representa. Las manos con agua y jabón, la sonrisa y la sentencia. Y el “título personal”, para que los buitres que hoy defienden a estas lacras empobrecedoras, no se olviden que el deporte es la salida de los pibes, de las pibas, de las humanidades de los barrios, es un espacio de contención, de refugio, de alegrías y horizontes posibles. Es el abrazo de los barrios. Esos barrios que el mismo Milei y todo el rejunte que hoy nos gobierna, decide no entregarles un solo bolsón de comida, y por otro lado -y el mismo- convertir al deporte inclusivo en sociedades anónimas con el mercado y el capital por sobre lo humano.

La bandera argentina. El deporte. Los Juegos en París. Coty, la mirada baja, el jabón, las manos, y la espalda de Milei. Un cuadro para los tiempos que corren.

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