El “festejo” militar: Rociar con cal viva

Por Editorial Sudestada

Otro “rito” de iniciación del ejército y el peligro de los amantes de las torturas

Sucedió en Córdoba, en el Tercer Cuerpo del Ejército. Otro rito de iniciación y las torturas siempre presentes para los uniformados con insignia militar. Esta vez con cal y sidra. 35 paracaidistas se recibieron, y 20 terminaron con quemaduras graves en el estómago, esófago, ojos y pulmones.

La respuesta del ejército ante las denuncias, del hecho que sucedió el 17 de mayo pasado, fue la de “asegurar” un “error”, con el agregado de que en vez de cal “tendrían que haberlos rociado con harina”.

Así preparan a las fuerzas de seguridad. Así la milicada festeja y promueve las torturas. Así salen los aprendices de las botas, chapas, armas y represiones a los pueblos. Así se alimenta el odio, el desprecio, la violencia, y la nula empatía, para que cuando se reciban estos pibes salgan a las calles con toda esa sed de revancha encima, para sentirse “superiores” y ahí remover el círculo vicioso de los abusos, las torturas, las vejaciones, y la risa que acompaña a otra muestra de que de acciones así jamás puede salir algo bueno.

Lo sucedido quedó bajo investigación en la Fiscalía Federal N° 2, a cargo de Carlos Casas Nóblega, y esperemos que la causa avance. Porque además de todo lo que se ve, del peligro que conlleva, estos “rituales” de iniciación -desde el 2022- quedaron prohibidos por el Ministerio de Defensa, luego de la muerte de Matías Chirino, de 22 años, luego de un rito que implicó consumo de alcohol, realizar ejercicio extenuantes y sumergirse en una pileta fría y sucia.

El festejo militar: la tortura. Rociar a futuros paracaidistas con cal y sidra. Lastimar. Que duela. Que se sienta. Que se rían de cómo sufre el otro. Así les enseñan. Así construyen a personas sin escrúpulos, con la obediencia bien marcada, con la sumisión de la orden, pero con el arma dispuesta, el Poder a su favor, y el peligro para toda la ciudadanía.

Cuando nos preguntamos cómo hacen para pegarle a un jubilado, a una maestra, a un laburante, mientras se ríen y disfrutan. Acá quizás un poco de esa respuesta…

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