Intentan nuevamente instalar un bar en el Faro de la Memoria, ex centro clandestino de detención

Por Editorial Sudestada

Nuevamente el gobierno de Guillermo Montenegro intenta “apropiarse” del predio donde funcionó durante el terrorismo de Estado un campo de concentración de la ESIM, por el que fueron secuestradas cientos de personas, muchas de ellas todavía desaparecidas. Hace una década que “el Faro” es un Espacio para La Memoria, en el que además de las investigaciones, la promoción de Memoria, Verdad y Justicia, se llevan adelante muchísimas actividades, visitas guiadas y demás, con el propósito de tener conocimiento sobre nuestro pasado reciente, y en la lucha plena por los derechos humanos de nuestro país y del mundo.

Otra vez intentan instalar un bar ahí, como intención, provocación, y la búsqueda de cortar de cuajo las investigaciones sobre el terrorismo de Estado, desde el negacionismo, sus cómplices, y los que reivindican el genocidio de la última dictadura cívico militar y eclesiástica.

Ahora, con el gobierno nacional a la cabeza de un operativo para desmantelar todos los Espacios de Memoria en los lugares donde funcionaban los centros clandestinos de detención como parte del circuito represivo -más de 800 en todo el territorio nacional-, se despiden a laburantes, se pretende cerrar y “vender” los Espacios, desmantelar toda investigación, como Menem con el intento de demoler la Ex ESMA, y como Villarruel devolviendo favores a sus “maestros genocidas”.

En Mar del Plata se lucha, porque no es la primera vez que Montenegro y los agazapados desde las sombras buscan que el Faro de la Memoria se evapore, poder demoler para que nada más se sepa, y como si toda esa intención nefasta no alcanzara, frivolizar el sitio donde compañeras y compañeros fueron secuestrados, torturados, violados, fusilados, y desaparecidos, entre tantas atrocidades conocidas y por conocer.

Un bar contra la Memoria. Una muestra de que la peor miseria de nuestra historia está ahí, a la espera, para lograr la impunidad, reescribir la historia, y soñar con las botas y fusiles. Pero la Memoria pisa fuerte porque a pesar de todo, de tanto y tanto; no nos han vencido.

Anterior

Orgullo en Madrid: Explota, explota mi corazón

Próxima

El camino de Santucho