Por Editorial Sudestada
Tres personas perdieron la vida a raíz de las bajas temperaturas del fin de semana y de la desidia del Estado. Tres hombres, uno Once, otro en Retiro y otro en Palermo. En condición de calle, con temperaturas extremas, y con el gobierno de Jorge Macri que se preocupa más por la “visual” que por la humanidad.
Cuando llega el frío crudo, la ola polar del invierno, las víctimas directas de una exclusión extrema del propio sistema que además las invisibiliza, sufren las consecuencias, incluso hasta con la muerte.
¿A partir de qué momento sucedió que personas que viven en la calle se conviertan en invisibles? ¿De qué Estado podemos hablar cuando se nos mueren en las propias veredas? ¿De qué conciencia podríamos agarrarnos si a una persona se le congelan los huesos en la misma Ciudad en la que la mayoría sale a comprar bufandas y a festejar el frío desde el sillón?
Y mientras esta realidad se profundiza, a la vez que una humanidad pierde la vida por la desidia del Estado, desde el Gobierno de la Ciudad se los estigmatiza, se los llama “contaminación visual”, o van más allá, como Jorge Macri que sostuvo que se “adueñan” de cajeros automáticos y los toman como monoambientes, y propone “limpiar” la Ciudad para “barrer” con humanidades totalmente excluidas.
Tres hombres perdieron la vida, con el frío a cuestas, con la indiferencia diaria, con el Estado mirando para otro lado, y con los medios que ponen la noticia al paso en un zócalo.
Si esto no nos duele, hemos perdido todo. Ojalá esta noticia no pase de largo, no quede en un recuadro en los principales diarios -la mayoría funcional a la línea del fascismo y de los privilegios- y podamos comprender que esto se llama -sin lugar a dudas. genocidio por goteo.
