No es de ahora: Na Hye Sok, gritar lo que no se dice

Por Zuleika Esnal


“Todos los hombres, incluido mi marido, están libres de la condena social o la vergüenza por su vida sexual fuera del matrimonio”. Esta mujer decía públicamente estas y muchas otras cosas en la Corea de principio del siglo pasado. Imaginate como le fue.


Nació el 18 de abril de 1896 y fue poeta, escritora, pintora y sobre todo una activista feminista que si ya es difícil muchas veces hoy, ella lo tuvo mucho peor. Viajó sola a Japón muy jovencita (Las mujeres no viajaban sin compañía de un hombre) y en Tokio se convirtió en la primera mujer en estudiar Bellas Artes.
Es en Japón donde participa en 1919 en una marcha por la independencia de Corea siendo una de las primeras mujeres en protestar contra el colonialismo. Terminó en cana, obvio. Su abogado defensor fue más tarde su marido.

Se dedica a viajar, ahora sí, con un chongo al lado como corresponde feminazi, y todo el mundo creyó que había sentado cabeza. En París conoce a otro coreano veinte años mayor y se volvió loca. Meta bares, museos, telos, recitales de LA Renga y otras cositas que le costaron no solo el divorcio si no la tenencia de sus hijos. Y es en ese momento en que dice Basta y dedica toda su vida a reclamar por los derechos de las mujeres.

Si googleas su nombre aparece la palabra “pionera” todo el tiempo. Cuestionó las tradiciones familiares que no son otra cosa que “Violencia hacia las mujeres desde la infancia”. Habló de embarazos no deseados y luchó para que las mujeres comprendan que la educación podía ser un camino a la libertad.
“Nos quieren sin voz, hermanas. A gritar A gritar A gritar”.

Fue especialmente aislada y privada de todo para que esa humillación sirviera de ejemplo a otras feministas. Murió sola en un hospital para mendigos en 1948.

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