Orgullo en Madrid: Explota, explota mi corazón

La tarde caía en la ciudad más orgullosa del viejo continente. Madrid se preparaba para convertirse en la sede de la Celebración LGTBI+ más grande desde hace cuatro décadas. Un millón de personas latían al unísono para alzar la bandera que las iguala con la misma marca identitaria: el Orgullo como resistencia.

Por Romina Moschella

El amor no es amor de mercado
La temperatura aumentaba al ritmo del deseo de salir a tomar las históricas callezuelas empedradas. Los balcones anidaban la bandera arcoiris. Las vidrieras acompañaban con sus consignas de “Viva el Pride”. Los maniquíes se vestían de fiesta entre las rebajas y sales. Mientras que los puestos de migrantes con acento latino ofrecían el merchandising de abanicos, pulseras y banderas de tu cuore. Los menúes del orgullo fueron los que más marcharon. Y las calles se embriagaron de tinto de verano y cerveza low cost.
El lado B de la especulación mercantilista, estaba auspiciado por las tiendas que bajaron sus persianas por zafarrancho. Las sutilezas de los tacones empacados en las maletas, las pelucas cepilladas delicadamente, las medias de red alistadas, la elegancia de la falda cuidadosamente planchada, el glamour de ese vestido que iba a lucirse por primera vez, las flores que anunciaban primaveras, y el infaltable abanico esperaban la fecha marcada en el almanaque para ocupar el espacio público y reivindicar los vientos de libertad que supimos conseguir. El futuro llegó hace rato diría el Indio Solari y sin embargo, las resonancias del amor por fuera del mercado cantaban con total convicción a capella “lo importante es que lo hagas con quién quieras tú”.

Hagámosló visible: aquí la gente va a su aire… a su bola
Para quienes asistíamos por primera vez a la Celebración del Orgullo y sin wifi en la vía pública no hizo falta preguntar por las coordenadas. Sólo seguir la marea arcoiris. La fiesta arrancaba con el Pregón inaugural del Orgullo en la calle Pelayo.
Y mientras las horas pasaban, me preguntaba en qué gestos de alegría ñao tem fim encontraría a las personas que estrenarían su portación identitaria deseada, la vanidad de la autopercepción tatuada, la entrega de las manos no heteronormativas entrelazadas, las lágrimas acumuladas, el sabor dulce de la batalla ganada y la postal de la sonrisa pa frenchi.
El reloj marcaba las 20 y el sol aún iluminaba las selfies que iban a viajar por el mundo entero: Madrid se preparaba para arrancar la fiesta plural, diversa e inclusiva del pueblo. Chueca era el barrio más poblado de las últimas horas, la cita fue en la plaza de Pedro Zerolo. El nombre del promotor de la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo y de la ley de identidad sexual tiene su mural con un gran lazo rojo como símbolo de la lucha contra el VIH en un estacionamiento que marcaba que estabas en el sitio justo donde comenzaba oficialmente el festejo en comunidad. Los parlantes resonaban, los cuerpos sudaban, las manos se alzaban, y los besos y abrazos sin fronteras se replicaban. La tarde siguiente arrancaría con La Carrera de Tacones. Cuántas dudas y certezas, preguntas y sueños se lucían entre los brillos de esa pasarela fuera de tiempo en la calle Pelayo?
La noche siguiente terminó con conciertos en las plazas un poco más tarde y el inicio del fin de semana anunciaba que el Desfile Orgullo multitudinario ya estaba en puerta.

En el ropero no nos quedaremos
Bajo el lema Educación, Derechos y Paz: Orgullo que transforma, la pancarta que encabezaba el encuentro ya estaba lista para rodar su consigna por el mundo. Según los datos del comité organizador de la celebración, más de un millón de personas se concentraron entre los 3 kilómetros que separan Atocha de la plaza de Colón. La manifestación tuvo su fecha el sábado siguiente al 28 de junio, Día Internacional del Orgullo LGTB. Las banderas de los países latinoamericanos, los acentos trotamundos, los rostros disidentes que tuvieron que exiliarse para amar en libertad, y el idioma internacional de la música no faltaron a la cita. El redoblante marcaba el pulso pero el batuke marcaba el ritmo. Los cánticos “en esas ventanas hay lesbianas” y “en esos portales también hay bisexuales” estuvieron dedicados a los palcos de los balcones cercanos. Los carteles alzados en alto “el machismo mata”, “mi libertad guarda la tuya”, y “en la cama me meto con quién se me da la gana” sobresalían de la escenografía de fondo decorada por los edificios históricos como el Museo del Prado y el Palacio de Cibeles.
Ni las mascotas faltaron a la fiesta. La diversidad de familias quedó reflejada en los cánticos “mi familia es igual aunque tenga dos mamás”. De los megáfonos se replicaban las consignas “orgullo no binario fuera del armario”, “no es orgullo gay es LGTBI”, y “aquí está la resistencia trans”. De los parlantes se agitaba que la fiesta estaba sucediendo aquí y ahora. Y con una que sepamos todxs las reinas se perdían entre los flashes. La celebración arrancaba con el hit del listado de temas: “A quién le importa lo que yo haga?, a quién le importa lo que yo diga?”.

Que tu propia existencia sea el acto de rebelión
El encuentro multitudinario finalizó con el desfile de carrozas y el pedido de la implementación completa de la ley Trans y la ley de Igualdad de Trato. El punto culmine fue la lectura de un manifiesto: “en un contexto marcado por la violencia internacional sobre todo por los discursos de odio y la pérdida de derechos humanos, levantamos la voz por una educación verdaderamente inclusiva”. Mientras que la Argentina sigue siendo pionera en materia de derechos la ultraderecha arrasa con el desguace de las políticas de género y reproduce explícitamente los discursos de odio hacia las mujeres y las diversidades. A nivel mundial estos discursos nefastos se van posicionando y multiplicando en forma paralelamente proporcional a los delitos y casos de violencia registrados contra las personas de la comunidad LGTBI+. Desde amenazas y hostigamiento hasta las modalidades de violencia extrema como los crímenes de odio: homófobos, transfóbicos y lesbicidios que van en aumento.
En algunos países como Perú se intenta patologizar a las personas LGTBI+, calificar las identidades de las personas trans de enfermedad mental y ofrecer las denominadas terapias reconversivas. La patologización lejos está de garantizar en forma igualitaria el derecho a la salud. En países de medio oriente expresar libremente tu identidad sexual autopercibida puede ser calificado como un delito, llevarte a la cárcel y hasta la muerte. Y en países de Europa central y del este las personas no heteronormativas pueden ser acusadas de pertenecer a organizaciones extremistas y terroristas
Con la conquista de los derechos, la meta será Ni un Paso Atrás. Defender los derechos de la comunidad LGTBI+ es defender la democracia. La apuesta será que nadie tenga que exiliarse “por ser”. En palabras de León Gieco y música del Flaco Spinetta: el mapa agrandaré para todos entrar. Revolución de amor. De paz y dignidad… Al fin.

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