Por Editorial Sudestada
La locutora Anita Maccaroni fue informada, por el coordinador de la empresa donde trabajaba, que no debía presentarse a trabajar. El motivo principal fue que se negó a bajar unos twits donde denuncia publicamente al periodista Pablo Duggan por maltrato y violencia. Ante esta negativa le ofrecieron 5 millones de pesos para convencerla. Ella no solo se negó, sino que declaró públicamente todo el daño psicológico que sufrió en estos años. Por denunciar, Ana -que además es madre soltera -fue castigada con un horario de madrugada para que no encuentre otra salida que irse.
“Porque me daban horarios de 2 a 4 A.M o de 3 a 6 A.M, no había nada para mí y yo quería quedarme en Radio 10 porque F.M ya había hecho. Yo sabía como iba a venir todo pero este año me desplomé y no pude más con mi cuerpo ni con mi cabeza tampoco”, dijo en su declaración pública.
La violencia laboral es una de las tantas formas que adopta la violencia de género y, en lugar de actuar contra el violento, echan a quien viene aguantando esto hace años.
Hace muy poco escuchábamos los testimonios de mujeres que presentó Periodistas Argentinas en el caso Brieger y nos seguimos preguntando cuál es el camino para terminar con la violencia en los medios. Sin dudas no dejarnos silenciar es uno de ellos. Que Ana recupere su puesto de trabajo. No es ella la que tiene que irse.
