La tonta ilusión de los enamorados
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Somos lo que elegimos escribir.
Y Julia es la bicicleta de la infancia. Las aves que, a sus ojos, son peces en la luna.
Julia es capaz de transformar el terror de quedarse encerrada en un ascensor con un desconocido, en un pedazo de Memoria que aparece, cuando ya no queda ni aire.
Entonces pega un salto y nos cuenta cómo es morir en tiempos de Facebook y de este lado nos morimos también, pero de risa: Gente que ni se enteró que estás muerta y te desea “felices cuarenta”, por ejemplo . O “vuela alto“ mientras vos estás encerrada en un cajón.
Nos recuerda también que la muerte llega cuando quiere y uno hace con eso lo que puede, si es que puede: “Cuando murió mi hermano, había sido tan larga la enfermedad que su muerte fue como si hubiera vuelto a nacer”. Y nos regala un viaje que es una mezcla de Fellini y Kusturica hasta llegar al velorio.
“¿Por qué dejamos nuestra autoestima en manos de cualquiera menos en las nuestras?”, pregunta sin anestesia.
Y todo el tiempo habla de amor, incluso cuando no está: “No me dejaste ni un día de felicidad”.
Y se hacen las siete de la mañana y “hace tres días que estoy encerrada en las cuatro paredes de mi departamento”. Y tiemblan los órganos. Y los tres días se hacen cinco y la voz de esa amiga, siempre su voz, enseñándonos a respirar. La que nos trae de vuelta incluso cuando el camino hacia al baño es un viaje imposible al fin del mundo.
Y entre el amor y el desamor —que no es otra cosa que el mismo amor desencontrado— levanta la cabeza para decir y, sobre todo, decirse, que “si somos muchos, entonces no estamos solos”.
Zuleika Esnal
Tamaño: 16 x 23 cm / Año 2025 / Págs. 96 / ISBN 9786316673022